domingo 28 de diciembre, 12:18 PM
Sus relojes están graduados en 10 "divisiones" y no en doce horas, una partición mucho más "lógica", según su creador, de 34 años de edad.
"Siempre me ha parecido profundamente ilógica nuestra división del tiempo sobre una base sexagesimal", cuenta este nieto y bisnieto de relojeros formado en Vallée-de-Joux, una de las cunas de la relojería suiza.
Según él, su nueva medida decimal presenta la doble ventaja de abolir las fastidiosas conversiones horas-minutos y de facilitar la suma de duraciones.
"¿Cuánto dura en horas un filme de 150 minutos?", pregunta en el despacho de la villa familiar cerca de Lausana donde recibe a las visitas. Un ejercicio realmente inútil, considera David Chanson.
Mostrando algunos modelos de su colección que no duda en calificar de "revolucionaria", explica cómo la aguja grande da la vuelta a la esfera en 10 "divisiones", sabiendo que cada jornada se divide dos veces en 10 divisiones.
Este joven reconoce el carácter algo desconcertante del nuevo sistema, pero considera que el esfuerzo para adoptar su métrica no es inalcanzable..
"Los ingleses hicieron un esfuerzo al renunciar al pie o a las pulgadas como unidad de medida en beneficio del sistema métrico", argumenta, insistiendo: "Observad la introducción del euro y todos esos países que abandonaron su anterior moneda".
Chanson se muestra, no obstante, pragmático. Es consciente de que convertir a todo el mundo a 'su tiempo' implica una fase de adaptación, que pasa por la cohabitación, durante un período, de los dos sistemas.
Gracias a que la esfera de sus relojes tiene una cuidada estética, se puede leer la hora también "a la antigua" con una graduación tradicional.
"Pero, de manera absoluta, es evidente que yo soñaría con un reloj que solamente ofreciera mi división de tiempo", reconoce.
Inagotable sobre los aspectos teóricos de la medida del tiempo, el joven se muestra menos entusiasta sobre el proceso de fabricación.
"Reparar los relojes, no es asunto mío", afirma pese a su formación. Por eso ha delegado la producción de movimientos automáticos a una filial del grupo Swatch, la de las cajas a una empresa de Ginebra y los relojes ensamblados a una de Neuchâtel (oeste).
El modelo propuesto para la venta en internet, a 450 francos suizos (casi 300 euros), tiene una acogida reservada, por el momento. Las 500 piezas con garantía Swiss Made han interesado "solamente a una decena de personas" desde su comercialización esta primavera.
La mayoría son "coleccionistas", precisa el padre del relojero, que ha contribuido con 200.000 francos suizos (132.000 euros) necesarios para financiar la invención de su hijo.
"Me he acercado a numerosas marcas, algunas me han respondido pero ninguna me ha manifestado interés", concede Chanson, que sin embargo es optimista, convencido de la evidencia de su invención.
Y trabaja ya en un nuevo modelo de reloj todavía más ambicioso, que implica la concepción de un movimiento de reloj inédito, un proyecto valorado en un millón de francos suizos que no asusta a David Chanson, pese a la sensible ralentización del sector relojero suizo con el fondo de la crisis económica.